EL PINO GRANDE de Francisco Garfias
Ayer, al ponerse el sol,
el pino grande me hablaba:
-¿Qué harás sin romero y sin
rumor de viento y de agua?
El pino iba repitiendo
mis glorias deshabitadas:
mis paraísos perdidos,
mis cercanías lejanas,
pájaros que me cantaron,
lluvia que me acompañaba,
moradillo del mastranzo,
goteado de la jara,
gracia del almoraduj
y grito de la retama.
-¿Qué harás sin el viejo arroyo
en tu soledad callada?
El pino, terco, seguía
enumerando nostalgias:
el nido de la oropéndola,
el canto de la calandria,
el chopo y el eucalipto
de canela descolgada.
Aleros que fueron míos
con golondrinas y escarchas.
Todo lo que ayer olía
a madre y a gloria exacta.
Todo lo que ayer fue música
dentro de mi pentagrama.
-Cállate, pino mellizo,
no me remuevas la llaga.
Y el pino calló de pronto
porque el poeta lloraba.
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